Por: Alejandra Ospina @alejamichaels
Pedir dulces y disfrazarnos, todo tiene un origen un poco olvidado pero con un enorme significado histórico.
Hoy se celebra una de las fechas más reconocidas e importantes a nivel mundial; todos los 31 de octubre tenemos la tradición de festejar Halloween, aunque a lo largo de los años me he fijado que no todo el mundo se cuestiona ¿por qué se celebra esta fecha? ¿de dónde vienen tantos mitos y leyendas? Bueno, lo interesante de esto, es que ¡todo tiene una respuesta! Y es un honor para mí contarles una breve historia del Halloween.
A mí en lo personal me atrae el tema de lo tradicional en esta fecha. Quiero dar a conocer la celebración pagana más importante de todas, la que fue cristianizada en la edad media como muchas otras celebraciones: la fiesta de Samhain.
Para los celtas los años no se dividían en 4 estaciones como lo conocemos nosotros, sino en 2 mitades: la mitad de luz y la mitad de oscuridad. Samhain, era la festividad que daba la bienvenida a la mitad de oscuridad del año, este festejo duraba 3 días y lo identificaban como el fin de un ciclo y el inicio del siguiente, ya que era el momento donde se recogía la cosecha; por lo tanto, era para ellos algo así como un “año nuevo celta”.

Durante esta festividad se realizaban toda clase de rituales; estos serían los inicios de lo que es hoy el Halloween. Principalmente, se creía que el velo que separaba el mundo terrenal y el de los espíritus se debilitaba hasta el punto de romperse y dejar abierta una puerta entre ambos espacios. Con esto en mente, se creía que había entradas específicas para los mortales, en cuevas, cascadas, lagos y otros lugares apartados y oscuros; solo los hombres más valientes se atrevían a entrar a estos lugares, para poder ver los grandes tesoros que se encontraban del otro lado.
Se realizaban banquetes enormes, se abrían todas las puertas y ventanas de las casas para que los espíritus hicieran parte de la celebración y se prendían grandes fogatas para guiar los espíritus de los seres queridos a casa y alejar a las entidades malignas. Los Druidas de las tribus se encargaban de pintar sus rostros para poderse comunicar con los espíritus; se dice que de esta costumbre deriva la tradición de los disfraces que actualmente realizamos. Y una que me parece aún más interesante es la de los llamados “embajadores de la muerte”: estos eran un grupo de personas que se elegían para que pasaran casa por casa pidiendo ofrendas de comida para ofrecer a los espíritus y tenerlos contentos y evitar la mala suerte; de este ritual se deriva la tradición de pedir dulces en las casas y tiendas de los lugares donde vivimos.
Realmente podría escribir páginas enteras sobre esta cultura y sus festividades, porque creo que debemos darnos la oportunidad de abrirnos a lo que alguna vez fue una realidad, las motivaciones de hacer todo con agradecimiento, respeto y sobre todo con creencia en que los rituales se hacían como una honra y una conexión con la tierra y sus frutos. Es algo de admirar; aún después de más de 20 siglos lo seguimos celebrando, claro, con un fundamento más mercantilista y adaptado al mundo moderno que profundo y arraigado al agradecimiento con la tierra.
Finalizaré recomendando el canal de YouTube de Alanna, una chica española que sube contenido relacionado a las culturas nórdicas y celtas; tiene un material muy ilustrativo y sin duda genera esa sensación de querer conocer más sobre estos interesantes temas.
Mi despedida se encamina a recordarles a todos quienes lean esta columna que hace 20 siglos no había una pandemia. Celebren en casa con sus familias; hay cientos de planes que se pueden hacer sin necesidad de tener contacto con personas y si salen ¡no olviden llevar tapabocas! De nosotros depende seguir creando tradiciones y contagiando sabiduría, no enfermedades letales.
¡Feliz Halloween! o mejor ¡Feliz Samhain!