Las redes sociales consumen gran parte de nuestro diario vivir, y la mayoría de contenidos actuales están llenos de morbo, estereotipos y repeticiones interminables de lo “normal”, cerrando espacios para las creatividades individuales...
Instagram, Facebook, Twitter, redes sociales que a diario consumo, y me atrevo a decir que todos los jóvenes consumen. Vídeos, gifs, memes y posts, con textos que a la vista no dan ganas de ojear, ni de leer de primerazo. Otros transitan con cero información, que desinforman o que incitan, de nuevo, a las mismas dinámicas: consume, reproduce y alimenta el mismo sistema, que siendo sinceros, poca creatividad le aporta a la sociedad, sobre todo a generaciones como la nuestra, o tal vez simplemente hablo desde a quienes realmente nos interesa este mundo de la comunicación; lo masticadito, lo bueno, el contenido de verdad, consciente, responsable.
El ‘ideal’ de contenido perfecto, se ha criticado durante décadas, e incluso, medios de comunicación, relativamente jóvenes, se reinventan para presentar de otros modos, la información. Y no solo los medios se involucran: también caricaturistas, fotógrafos, blogueros educativos, realizadores audiovisuales (si se me escapa alguno, ya lo cacharán ustedes).
Lo que me pregunto es ¿por qué no vemos estos contenidos? ¿Será que los malvados dueños de las élites poderosas en el mundo, nos quieren arrebatar todo y sumirnos en la rutina, el estereotipo, el círculo vicioso de las bromas pesadas, los sesgos políticos, ideológicos, culturales, las historias a medias, las mismas propagandas de que ser mujer es una maldición, el morbo y la sensación de que encajas porque estás de moda en el mundo de las inigualables redes sociales? Pues vengo a decir que no; los contenidos pueden ir cambiando, y las redes sociales te muestran lo que quieres ver, lo que repites, lo que reproduces, lo que buscas, todo es una gigantesca enciclopedia de referencias sobre ti.
Es cierto que los contenidos, al igual que nosotros deben reinventarse, buscar nuevas formas de mostrar las realidades, con vídeos creativos, experimentaciones, ensayo y error, ensayo y error. Contenidos con lenguajes inclusivos, cotidianos pero profundos, en fin, que digan algo, que enseñen algo, que se quede una pensando…qué hago para cambiar esto, por qué sigo haciendo esto, es decir, una reflexión constante con el ‘yo’, el ‘nosotros’, y nuestros entornos. Contenidos que transporten a otros escenarios, ponerme en los zapatos del otro con solo leer, ver y escuchar; contenidos ligeros, colores vivos, la crítica constante al común, el no comer entero; contenidos que no sean las sobras de otros.
Todos tenemos historias por contar. Menos letras, más espacios para la creatividad; menos blancos y negros, más rosados, amarillos, verdes… Más acción, menos bla bla bla.
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