Profesor Querido

Por: Shadia Pérez

Fotograma tomado de: El Chavo Wiki – Fandom

En países donde la educación parece un privilegio más que un derecho, pocas veces nos detenemos a pensar en el papel de nuestros primeros mentores, los profesores, como un ente motivador más que como una figura de autoridad; sin embargo, siempre existe esa persona que nos guía y nos impulsa durante nuestro paso por la escuela.

Desde que tengo uso de razón me ha gustado ir a estudiar. Cada vez que entraba a clases quería dar lo mejor de mí, pero fueron pocas las veces que eso fue visto por algún docente. No quiero ser mal entendida; jamás hice nada por reconocimiento sino por gusto; sin embargo, aquellas victorias académicas que recuerdo fueron suficientes para inspirarme hasta llegar a este punto.

Hace unas semanas, viendo las últimas notas que tuve cuando terminé bachillerato, note que el último período había perdido dos materias y mi promedio estaba sobre tres. Ahora, cuando estoy a punto de obtener un título de una carrera universitaria, que realmente me apasiona, con un promedio sobre cuatro, puedo notar que eso se lo debo a una persona en particular: a mi querido profesor

Cuando estaba en octavo grado fue la primera vez que vi a ese profesor; me preguntaba sobre mi estado de ánimo y cómo estaba —cuando sentía que mi corazón no podría dar un latido más—. Luego de un par de años desapareció, pero volvió cuando estaba en el grado décimo; aún puedo recordar sus palabras: “Hay una persona que siente lo que escribe”, por primera vez mi sueño se había materializado en una reseña y ese fue el más grande de mis impulsos.

Nunca fui una persona de 5.0, siempre fui alguien que sabía que merecía nada más que un 3.0, pero allí, algo despertó dentro de mí, quería volver a sentirme de esa manera. Así fue como llegué a grado 11, donde por el cambio de ese momento me propuse mejorar, pero al entrar a mi clase de español el golpe fue más grande cuando ese profesor ya no estaba y con su ausencia mi motivación decreció.

Sin embargo, él me había dejado algo aún más grande que buenas palabras. Había sido empujada al reconocimiento de mi vida por medio de algo que amo hacer: fui llevada a un lugar en el que nunca me hubiera puesto. Desde ese momento empecé a sentirme mucho más segura de lo que hacía. 

Esa situación me hizo reflexionar mucho en si los docentes sabían el impacto sobre nosotros y este en particular me hizo creer que sí. Leyendo un artículo al respecto noté que el esfuerzo de los docentes recae en cómo hacer que los estudiantes tengamos muchas ganas de aprender y aunque no es en todos los casos al menos uno de ellos hace la diferencia.


Universidad internacional de Valencia. (2018). Cómo motivar a los alumnos: recursos y estrategias. Recuperado de: https://www.universidadviu.com/int/actualidad/nuestros-expertos/como-motivar-los-alumnos-recursos-y-estrategias

Según este artículo, una de las mejores formas de incentivar a los aprendices es “intentar asociar las actividades de la clase con los intereses del estudiante: deportes, música, eventos de actualidad, cultura audiovisual, etc.” En ese momento recordé que muchas veces como docentes no se piensa desde ese punto, pero en mi caso específico mi motivador, incluso cambió los libros que solíamos leer para las clases antes de irse, dejándonos una reforma importante; así que cuando me enteré de que se fue, sentí que me faltó valorarlo un poco más

Por eso escribo esto: es un homenaje a la persona que me vio crecer y aprender, que me ayudó aunque no supiera que lo hacía y a quién le quería demostrar lo mejor de mí, aunque estuviera recogiendo pedacitos de lo que se había llevado la vida que ahora no estaba conmigo. A mi querido profesor no le mentiré, seré sincera, y no es como si la herida de un alma se cerrara tan pronto, pero casi seis años después aún lo recuerdo y le agradezco infinitamente; dónde sea que esté, espero que logre ese mismo cambio en muchos otros, que como yo siguieron adelante gracias a usted, mi querido profesor.

Por mi parte estoy bien; ha sido un largo camino y nunca pude decirle que usted me inspiró ese día, tanto que estudié comunicación social por ese empujón y que cada vez que escribo algo recuerdo sus palabras.

Siempre fui una persona que se terminaba alejando de los que la rodeaban, pero quiero que sepa que una de esas amistades ahora sigue a mi lado y juntas lo recordamos con cariño.

Espero que esté bien, espero que podamos alguna vez conversar y darle las gracias personalmente, pero por ahora, solo queda agradecer a ese profesor que todos esperamos tener, que parece sacado de televisión o de un libro con adultos amables y que aviva con palabras de aliento el corazón de aquellos que se sienten inseguros de sus talentos.

Atentamente, 
Una estudiante que lo tiene presente.

Puedes leer también: La educación en tiempos de Covid-19 y La educación merece un cambio

Por Spot

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *