Por: Maria Gabriela Silgado Rubio

John Green tiene la habilidad de crear personajes de la vida real, que parecen fantásticos, pero nunca lo hace con su personaje principal, sino con quienes lo rodean. Con esto me refiero a que su personaje principal siempre (hablo de siempre, cuando me he leído dos de sus libros y ninguno muy famoso) es un adolescente algo ansioso, algo depresivo e introvertido; mientras que sus amigos, o sus intereses amorosos parecen sacados de películas, con hobbies extraños o personalidades misteriosas e intrigantes.

Aparte de eso, lo que me pareció increíble de Turtles all the way down, el más reciente libro de este autor, fue la forma en la que muestran la enfermedad mental, que es un tema que durante esta pandemia se ha exacerbado en todo el mundo, pero en especial en los jóvenes. El libro logra transmitir el hecho de que tener ansiedad, depresión, desorden obsesivo compulsivo o cualquiera estas enfermedades completamente reales para miles y millones de personas en este mundo significa estar atrapado en su propia mente.

Y el problema, que tanto resalta el autor, es que no hay escapatoria.

Los medicamentos ayudan, pero también producen a un ser ajeno dentro de uno mismo. Un intruso que logra ser más funcional, pero que ya no es quién habitó ese cuerpo por tanto tiempo, pero dejar de tomarse el medicamento significa volver al encierro, ¿qué escoger?

Esta es una historia de una niña atormentada por los gérmenes y las bacterias que se encuentran en su cuerpo y en el mundo. En todo momento su cabeza le recuerda que las cosas que toca, las comidas que come, las personas con las que se relaciona la pueden matar. Y, lo que ella más quiere, al parecer, es vivir.

Eso me sorprendió. Pienso que uno de los miedos más grandes para las generaciones más jóvenes es que mueran las personas allegadas a ellas. No es que quieran morir, pero es mucho mayor el miedo que hay de que se mueran personas a las que amamos. Creo que es lo que ha contenido a muchos durante la cuarentena, el pensar que por su culpa sus papás, abuelos, tíos, e incluso amigos puedan morir. Por eso me pareció un poco atípica la reacción de esta niña protagonista al pensar que un apretón de manos podría alterarla de tal manera que la haría morir.

Pero volviendo al libro, no podía creer sus ganas de vivir, incluso a pesar de un intruso que le hablaba día y noche de una posible infección, de un intruso que realmente no la dejaba tener una relación amorosa normal por hechos incambiables en la vida como que todo está lleno de bacterias. Incluso así, esta niña se aferraba a la vida con una fuerza que la llevó incluso a tomar gel desinfectante para evitar morir.

Esta ventana a las enfermedades mentales realmente me abrió los ojos a la resiliencia que se necesita tener para vivir con alguna de ellas. Porque cuando tu cuerpo falla, es decepcionante, frustrante, doloroso y puede llegar a ser fatal. Pero cuando tu mente falla, la que te dice qué hacer y cómo hacerlo, de verdad estás en problemas, porque aunque no se ve que nada esté mal, tu interior es un campo de minas, que aunque creas que las has desarmado todas, alguna puede estallar en algún momento y acabar contigo.

Por Spot

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