Maria Gabriela Silgado R. @mgsilgado
En la actualidad, existen varios ejemplos de historias que nos hacen dudar sobre quién es el verdadero villano. Guasón (2019), por ejemplo, un personaje que anteriormente se había mostrado como un villano implacable e irremediable, tuvo su momento de redención, en algún sentido, en la película protagonizada por Joaquín Phoenix, cuando lo mostraron como un payaso rechazado y violentado por la sociedad cuya respuesta a su situación fue convertirse en asesino para que nadie más se atreviera a tratarlo mal. Esta caracterización del villano como un ser humano y no como un receptáculo del mal comenzó con el libro Frankenstein de Mary Wollstonecraft Shelley.
Este libro propone una pregunta muy importante: ¿quién es realmente el monstruo? ¿Es la criatura, su creador, la sociedad?
Frankenstein es la historia de cómo el doctor Frankenstein, un jóven suizo para quien la frase de H. P. Lovecraft “Estas cosas [la ciencia y la filosofía] deberían ser tratadas por investigadores frígidos e impersonales, dado que solo ofrecen dos alternativas igualmente trágicas para el hombre de sentimientos y acción; desesperación si falla en su búsqueda y terrores indecibles e inimaginables si tiene éxito” es muy apropiada, crea una criatura a través de experimentos que le tomaron años. Cuando esta criatura (en el libro no le dicen monstruo) toma vida, el doctor queda aterrorizado, la criatura escapa y el doctor queda en cama enfermo por meses.

Cuando el doctor Frankenstein se reencuentra con su creación, esta le comienza a relatar su, realmente, triste historia. En el momento en que su creador la abandonó, la criatura era como un bebé recién nacido, con un cuerpo gigante y deforme que sabía manejar a medias. Todo a quien se encontró en un principio lo rechazó y hasta lo violentó por verse y ser diferente a cualquier cosa que nadie hubiera visto. Entonces la criatura encontró un escondite en el que estuvo alrededor de un año, un escondite que le permitía ver y llegar a conocer a una familia campesina sin ser visto, y por lo tanto, sin riesgo a ser rechazado. En ese esondite aprende a hablar y a comportarse, pero al no poder cambiar su apariencia, cuando intenta darse a conocer a esta familia, una vez más es rechazado y violentado.
A raíz de esto, la criatura, que hasta entonces es de una naturaleza dulce como la de un niño, cambia su actitud y decide vengarse de su creador con el asesinato de su hermano pequeño para llamar su atención. Claramente logra su cometido y el doctor Frankenstein decide hablar con él para ver qué es lo que quiere. Lo único que la criatura le pide es que cree a otro ser como él, a una criatura mujer, porque la soledad realmente lo está matando, pero el doctor Frankenstein considera los peligros de otra criatura, sin mencionar la posibilidad de que estas se reproduzcan y le traigan desgracia al mundo, y decide negarse. La criatura, entonces le hace la vida imposible, asesina a varias personas más y finalmente logra destruir al doctor Frankenstein al asesinar a su esposa en su noche de bodas y a su mejor amigo de toda la vida cuando se está recuperando de la muerte de su esposa.
Mary Shelley logra transmitir muchos mensajes a través de esta historia, sobre la naturaleza humana, sobre la soledad y lo que nos puede llevar a hacer, entre muchas otras cosas, pero creo que el comentario que hace en cuanto a la manera en que la misma sociedad crea a los villanos que la atormentan es un poco errada. Es una forma en la que, en especial los hombres en esta sociedad actual, escapan de la responsabilidad de sus acciones. Sí, la sociedad es un concepto roto, es un sistema arreglado para que las personas que nacen con suerte y fortuna, sin importar lo que hagan, la mantengan; en cambio, los que nacen en circunstancias desafortunadas nunca logren salir de su situación.
Dicho esto, me gustaría comparar las luchas de la criatura de Frankenstein o del Guasón, con las de varias mujeres muy reales cuyas historias se relatan en el libro We Are Displaced de Malala Yousafzai. El libro habla de varias mujeres que, en vista de los conflictos políticos y violentos en sus propios países, se han tenido que desplazar a campos de refugiados, a otros países o ciudades que a regañadientes las reciben. Estas mujeres (o niñas) lo han perdido todo, sus casas, sus familias, su libertad, su hogar, su oportunidad a la educación; pero siguen adelante, consiguen formas de mejorarse a ellas mismas para mejorar su situación. Estas mujeres, la mayoría que vienen de países conservadores que consideran a las mujeres como inferiores, o como objetos que simplemente sirven para reproducirse, luchan cada día por no quedarse atrás, por educarse así sus familias no crean que eso sea importante para ellas, por superar violencias que se les han infringido a ellas o a sus familiares frente a sus ojos y en ningún momento se van a asesinar a quienes las violentaron o a atormentar a quienes les han hecho sus vidas tan difíciles.
Entonces, aunque sean comentarios frente a la sociedad en la que sus creadores vivían en el momento en que realizaron sus obras, Mary Wollstonecraft Shelley (Creadora de Frankestein) y Todd Phillips (director de Guasón), realmente alimentan cierta cultura de violencia justificada por las circunstancias de la vida. Sí, la sociedad es difícil de navegar y parece siempre estar en contra de los más vulnerables, pero la respuesta no es la violencia y la vengatividad, porque asímismo se van creando grupos como los Incel (involuntarily celibate en inglés, célibes involuntariamente), que creen que la sociedad, y en especial las mujeres, se han alineado para negarles a estos hombres una vida sexual y por lo tanto su respuesta es impulsar la violencia sexual hacia las mujeres, que lo merecen por no cumplir sus deseos.
Frankenstein es realmente un libro muy entretenido y es todo un logro que una mujer lo haya escrito hace 200 años, cuando le tocó publicarlo anónimamente para que las personas lo compraran. Pero realmente alimenta esa apología de “boys will be boys” que la sociedad actual aún utiliza para disculpar los actos atroces de los hombres. Teniendo en cuenta que muchas niñas y mujeres en el mundo realmente pasan por cosas dolorosas y terribles, como la trata de blancas, la violencia sexual en sus propias casas y en sus lugares de trabajo, el ser consideradas inferiores, entre muchas otras, los casos de mujeres que desatan su ira y dolor a través de la violencia son casi nulos, en un estudio del FBI se encontró que de 160 masacres en los Estados Unidos del año 2000 al 2013 solo 6 fueron perpetradas por mujeres (pongo un dato de Estados Unidos porque en colombia solo aparece información sobre mujeres víctimas del conflicto armado). Entonces, es importante diferenciar el villano que es villano porque quiere y el villano al que en realidad la sociedad lo lleva a ello.
Cuando en un país como Colombia las opciones son unirse a un grupo armado (ya sea la guerrilla o el ejército), o ser violentado, se entiende que las circunstancias son diferentes, pero cuando hay muchas otras opciones, como las tenían el Guasón y la criatura de Frankenstein, y como las tienen muchos de los hombres que en los últimos años han realizado actos atroces como masacres y asesinatos, tráfico de menores de edad y cadenas de pornografía infantil, el ángulo de “pobresito” porque lo han tratado mal en la vida, realmente no alcanza a ser una excusa válida para su comportamiento.
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